Hace poco dije que
Tomás Abraham leyó mal a Nietzsche y que esto lo llevaba a tomar una postura de
superioridad en sus críticas. Michel Onfray también leyó mucho a Nietzsche,
pero parece que éste filósofo lo hizo bastante bien, sobre todo –y al menos en
lo que respecta a La filosofía feroz—en
aquella idea de filosofar a martillazos.
A lo largo de veintiséis
textos breves Onfray nos sacude con verdaderos mazazos de filosofía, de sentido
común, de fuerza argumentativa. Así, la política, la televisión, los
nacionalismos, el derecho y, por supuesto, el ateísmo y la constante crítica a
los monoteísmos son los objetivos y las bases de estos artículos.
Cada uno de ellos
bien puede ser un punto de partida
para una reflexión (me corrijo, dije “puede ser” cuando en realidad,
simplemente, “es”), para ser usado como germen de un texto mayor. Sólo las
personas de la capacidad de Onfray pueden ser tan contundentes en tan poco
espacio.
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