Un nuevo DVD de Stevie Ray Vaughan, y doble. ¿Qué más se puede pedir?
Este DVD contiene los dos conciertos que SRV dió en el Festival de Jazz de Montreux y que han quedado como verdaderos clásicos y -como corresponde a verdadera buena música-, los veinte años que llevan encima no han desgastado en lo más mínimo.
El primer DVD contiene el documental "Success In Disguise" (con entrevistas a los dos integrantes de la banda restantes, Chris Layton y Tommy Shannon, y otras a Jackson Brown y John Mayer) y el concierto de 1982, el que sólo contiene ocho canciones, ya que Stevie Ray Vaughan no regresó a tocar los clásicos "bises" debido a que parte del público lo abucheó. Sí, así como están leyendo: a partir de la tercera o cuarta canción parte de la audiencia abucheaba cada vez que terminaba una canción. Supongo que para un público acostumbrado a un Jazz clásico y a guitarristas como Pat Metheny por ejemplo, ver a un tipo desconocido (SRV recién había editado su primer disco) tocando a la velocidad y al ritmo que Ray Vaughan lo hacía (y terminando alguna canción, como "Texas Flood" tocando con la guitarra en la espalda) sería algo así como ver un escupitajo en la cara de La Gioconda. Pero como dice Chris Layton en el documental, tres años después tuvieron la oportunidad "de rehabilitarse -no a ellos ni a la audiencia- sino la situación", dando a entender que lo que ocurrió fue ma sbien un malentendido.
Y parece ser que Layton tenía razón, ya que el segundo DVD, el que contiene el concierto de 1985, es una fiesta desde el primer acorde. Aquí está el concierto completo (13 canciones) y tanto la banda como la audiencia parecen encontrarse en el mismo cielo; afortunadamente, parte de esa energía pasa a través de la pantalla y nos deja -aunque sea por unos momentos- ser parte de la fiesta.
Un disco de Tom Waits es siempre muchas cosas: una felicidad, una sorpresa, una sonrisa, una lectura. Real Gone está bien fresquito, de hecho, creo que no tiene más de un mes. Y bueno, la verdad es que no hay mucho para decir, solo hay que escucharlo o, como hago yo, escucharlo y reescucharlo una y otra vez.
Hacía rato (años) que no leía algo de Cortázar, y la verdad es que no veo una buena razón por la cual dejé pasar tanto tiempo. Cortázar -para mí- siempre formó parte de una extraña categoría, la de aquellos escritores que me gustaban mucho pero sobre los cuales no veía ninguna de las cualidades técnicas o estéticas que hacen que me acerque a tal o cual libro (Philp K. Dick, Bukowski, Kafka entran en esa categoría).
Quienes andamos por las cuatro décadas (y quienes tienen un poco más también) han crecido de la mano de ciertas bandas que -en mayor o menor medida- han marcado la futura historia de sus gustos musicales. Del mismo modo que ocurre en la plástica o en la literatura (Joyce-Faulkner-García Márquez-Toni Morrison serían los eslabones de una secuencia lógica en las letras, por ejemplo), mucha gente que no ha escuchado a Jimmi Hendrix, digamos, ha tenido un acceso indirecto a él a través de Stevie Ray Vaughan o de Red Hot Chilli Peppers, sin ir más lejos.
Sobredosis es un breve libro de cuentos que tiene cinco relatos. Al principio no está mal, sólo que Fuguet parece tener pocos recursos. Está bien que la juega de escritor actual y moderno, pero si ser actual y moderno significa que siempre hay que estas tomando, fumando, corriendo de la policía y mirando MTV... bueno, qué quieren que les diga...
Dalí, además de ser un pintor de características únicas fue, también, un muy buen escritor. Si no han leído nada de él, acérquense a Diario de un genio, por ejemplo, y podrán acceder a un muy buen libro; pero antes deben estar preparados. La escritura de Dalí (o lo que escribe) es, no pocas veces, molesta, chocante, incómoda.