Tuesday, September 28, 2004

Rush. West Palm Beach.


Este concierto tuvo lugar hace un poco de tiempo atrás. Es la segunda vez que veo a Rush en vivo y no deja de sorprenderme. Los ví hace dos años en este mismo lugar, en la gira de Vapor Trails, primera gira en seis años. Ahora repetí, por suerte, la experiencia, en el marco de su gira de sus 30 años de carrera.
Quiero hacer, sobre todo, un comentario al que ya había hecho referencia en el post anterior: el respeto al público.
Los dos conciertos a los que asistí tuvieron una duración de tres horas (el primero) y tres horas y media (el segundo). Y ese es el hecho que mejor me hizo sentir; disfruté el show como hacía rato que no lo hacía; disfruté la música como siempre he disfrutado la música de Rush, pero el hecho de que esos tres tipos hayan estado tres horas o más dando lo mejor de sí mismos (¡Y de qué manera!) fue la mejor manera de retribuirme cada centavo que costó la entrada.
Contraejemplo de este hecho es lo que ocurrió al día siguiente del segundo concierto. En ese mismo lugar tocó Kiss. Yo no fui, pero lo hizo un amigo. El show fue bueno, pero tocaron poco más de hora y media y solo los éxitos reconocidos; es decir: un concierto para ganar dinero.
Los dos conciertos de Rush -aunque tuvieron canciones en común- fueron diferentes, lo que indica que ahí hubo mucha preparación, mucha programación y, sobre todo, mucho ensayo.
Después de 30 años podrían "dormirse en los laureles" y hacer un show más breve, con la mitad del sonido de las canciones pregrabado y con un par de músicos invitados, cosa de forrarse los bolsillos sin mucho trabajo; pero no, esas tres personas han ensayado lo suficiente como para que cada vez que se presentan en público, éste sepa que está recibiendo lo mejor que ellos pueden dar.

Si quieren ver algunas fotos pueden clickear abajo. Tengan en cuenta que estas fotos fueron sacadas con una camara digital digamos, medianamente precaria, asi que no pidan demasiada definicion ni nada por el estilo.
[1] [2] [3] [4] [5]

Monday, September 27, 2004

King Crimson. Eyes Wide Open.

La verdad es que antes de escribir esto ya había intentado poner por escrito alguna idea, pero me ví obligado a borrarlas un par de veces. Es que la verdad es que no sé por donde comenzar. La imposibilidad de catalogar la música de King Crimson fue uno de los escollos; y no porque necesite ponerle a una etiqueta a todo para así poder comprenderlo; sino porque, bueno, uno tiene sus limitaciones y la verdad que cuando a uno lo dejan con la boca abierta y los brazos caídos a los costados es porque, lisa y llanamente, ya no sabe qué es lo que tiene que decir.
Y, como ven, la confusión aún persiste. En fin, vamos a ponerle un límite a esto: comencemos por lo accesorio, o sea, por los datos.
Eyes Wide Open es un DVD doble. El primero de los discos fue grabado en Japón, 2003; el segundo en Londres, 2000. A pesar de los tres años que median entre uno y otro muchas de las canciones se repiten (The Construkction Of Light; The Deception Of The Thrush; The World's My Oyster Soup Kitchen Floor Wax Museum y alguna otra) pero eso no importa en el caso de King Crimson, ya que las versiones no son exactamente iguales, siempre hay un arreglito nuevo o algún cambio de sonido o una pequeña improvisación. Lo que sí es diferente es que en el caso del show en Japón ya se había lanzado al mercado el último trabajo en estudio de King Crimson
The Power To Believe,
así que en este disco tenemos algunas canciones nuevas.
¡Pero qué importa! Tratándose de King Crimson uno sabe que puede escuchar algo grabado ayer, hace diez años o hace veinte y va a encontrar la misma calidad, el mismo placer por la música bien hecha y el mismo respeto por el público (con respecto a este punto dentro de un par de días voy a hacer un comentario sobre un par de shows recientes, de los cuales mi esposa y yo fuimos a ver uno y un sobrino fue a ver el otro).
Y acá estoy otra vez parado ¿Por dónde empiezo? ¿A quién alabo primero?
Bueno, sin duda a Robert Fripp, ya que sin él King Crimson no sería lo que es; es decir: sin Fripp, King Crimson, sencillamente, no sería.
Pero, hoy por hoy, ¿Quién podría reemplazar a Adrian Belew? Tengo que reconocerlo: Adrian Belew me puede, este tipo es algo fuera de este mundo, es algo increíble verlo tocar la guitarra: versátil, creativo, potente, preciso, virtuoso. Solo con ver lo que hace con una guitarra eléctrica en canciones como The Construkction Of Light, por ejemplo, ya sería más que suficiente para reconocerlo como uno de los grandes guitarristas de la actualidad, pero si a alguno le queda una mínima duda puede ver la versión que hace -él solito y con guitarra acústica- de Three Of A Perfect Pair. despues me cuentan.
Si bien Fripp-Belew son EL DUO -hablando de guitarras-; Trey Gunn y Pat Mastelotto no se quedan atrás creando las bases. Gunn toca dos o tres versiones diferentes de Warr Guitar, una guitarra que él ha ayudado a diseñar y que tiene unas características de sonido muy particulares (además de físicas: 10 cuerdas y una extensión cromática similar a un piano) y bueno, Mastelotto en la batería es increíble; solo hay que pensar en lo que es la música de Crimson: potencia, cambios de ritmo constantes, precisión, improvisación; para darse una idea delo que es estar atras de una batería en esas condiciones.
En fin: No quiero caer en la vulgaridad de comparar un disco con el sexo, pero que va, ya estoy podrido de buscar los adjetivos adecuados y de no encontrarlos; entonces recurramos a un lugar común y comprendido por todos: Eyes Wide Open es todo un orgasmo en forma de música.

Para quien esté interesado en aspectos técnicos les dejo un par de enlaces:
Robert Fripp (Rag)
Trey Gunn (Warr Guitar)
Trey Gunn (Rag)

Friday, September 24, 2004

La Biblioteca de Babel.

Borgea crea, en su cuento La Biblioteca de Babel, un lugar donde existen TODOS los libros que podrían existir combinando "El número de símbolos ortográficos [que] es veinticinco". Así, por ejemplo, en algún estante está el libro que narra la historia de tu vida, y también existe el libro que niega la historia escrita en aquel primer volumen. Hay libros que solo difieren en una coma o en una sola letra y hay libros que están casi totalmente en blanco, solo con alguna palabra perdida en alguna de sus tantas páginas.
Este cuento siempreme ha fascinado particularmente; todo borges lo ha hecho, solo basta con ver ni apodoo nickname pero, repito, éste cuento me ha permitido "jugar", por asi decirlo, (y los juegos son otra de mis pasiones) con la realidad y los libros.
No lo hago conscientemente, es algo que ya tengo tan internalizado que no puedo evitarlo: cada vez que encuentro un libro con una falta de ortografía tengo la sensación de que tengo en mis manos un ejemplar particular de La Biblioteca de Babel. Un ejemplar único en su error, un ejemplar único en su propia existencia. Es así que no pocas veces guardo los libros que tienen esta característica; sobre todo si la diferencia es medianamente notable.
Hace poco tiempo compré la obra de Arthur Schopenhauer "El mundo como voluntad y representación" en dos volúmenes. Soy un lector veloz, pero a "El mundo como... " lo tomé con calma, no es un libro para andar a las corridas; hay que masticar bastante antes de poder tragar algún bocado. Todo iba bien hasta que llego a la página 22 y noto que ésta no continúa con el texto de la página anterior, aunque el número al pié de la página sí era el correcto. Busco por el resto del volumen la continuación del texto y no lo encuentro. Al no tratarse de una novelita cualquiera sino de un libro de filosofía en el cual la falta de un concepto puede ser determinante, pensé en devolverlo; pero luego tuve una idea: ¿Y si la página faltante no se encontraba en el volumen 1 si no en el 2? busqué allí y allí la encontré. Aunque la verdad es que no tuve que buscar mucho: la página 22 del primer volumen estaba (está) en la página 22 del segundo volumen (y viceversa).
Así que decidí no devolver el libro y quedármelo. Creo que tengo una auténtica rareza de La Biblioteca de Babel. Una obra de
la que debo leer 21 páginas de un volumen y saltar a la 22 del volumen siguiente para luego volver a la 23 del primero. Lo mismo debo hacer con el segundo volumen.
La única duda que me queda ahora -como siempre- es: ¿Qué otro error tendrá el libro del que yo no soy consciente?

Wednesday, September 22, 2004

El Código Da Vinci


Tengo por costumbre escribir algunas notas despues de leer un libro. En un cuaderno espiralado de 180 hojas voy anotando lo que podría considerarse más como comentarios que como críticas. Releo, ahora, lo que escribí después de leer El Código Da Vinci; y lo hago porque leí ésta nota, nota que me resultó por demás molesta.
No voy a transcribir todo lo que anoté en mi cuaderno, pero no hace falta. Todas las notas que leí sobre éste libro son parecidas, todas hablan del "extraño caso" de Dan Brown; un escritor mediocre que vende millones y que los seguirá vendiendo por un tiempo.
El Código Da Vinci es una novela mediocre, mal escrita y cobarde. ¿Por qué el éxito, entonces?
Pues creo -modestamente- que es por el mismo motivo que tiene más éxito una telenovela que una obra de teatro o, para dar un ejemplo más preciso: por el mismo motivo que tiene más éxito Britney Spears que Ian Anderson; así que no hay que asombrarse de que esto pase y de que seguirá pasando. En la medida que las editoriales ganen millones no vamos a conseguir que publiquen libros buenos a precios económicos ni nada por el estilo. Sin ir más lejos, la editorial Umbriel, la editorial española que publicó El Código Da Vinci porque ninguna otra editorial quería hacerlo, acaba de lanzar al mercado Ángeles y Demonios, la anterior novela de Dan Brown. Evidentemente, lo hacen para aprovechar el éxito comercial de El Código Da Vinci, ya que la diagramación y diseño de ambos libros se repiten exactamente.




No estoy en contra de los libros (sean novelas o cuentos o lo que sea) cuyo objetivo sea entretener; de hecho, compré El Código Da Vinci simplemente porque quería leer algo ligero, que me entretuviera por un buen rato. De lo que sí estoy en contra es de que se le falte el respeto al lector simplemente porque el autor está más ocupado en pensar en cómo ganar millones a toda costa, y no en presentar un producto digno y coherente.

Thursday, September 16, 2004

Six Feet Under

No me gusta la televisión. En general me aburre bastante, la encuentro falta de contenido y de ideas inteligentes. La culpa es de mi asma y de mis padres; el primero porque me impedía jugar como los demás chicos de mi barrio; los segundos porque, para mitigar aquella horas de soledad, no tuvieron mejor idea que regalarme libros y revistas.
Borges dijo (y la cita no es textual, la estoy haciendo de memoria) que todo tiene una función en esta vida, y que -quizás- una sola cosa buena sirva para compensar toda una serie de maldades; así, la existencia de una sola página de los Vedas sirva para compensar la existencia, por ejemplo, del Mío Cid. Parafraseándolo, podría decir que -quizás- toda, o gran parte, de la mediocridad televisiva se vea compensada por obras como Six Feet Under.
Todo en esta serie es superlativo: la idea, los guiones, los diálogos, la estructura de los personajes, las actuaciones, la dirección. Six Feet Under es un ejemplo de lo que se puede logar cuando, simplemente, se le pone ganas a un asunto. Cualquiera sea éste, cualquiera sea el medio, cualquiera sean los escollos.
Ahora, después de casi dos años, estoy reviendo esta serie. Desde que comencé a verla venía dándole vueltas a una idea a la que ayer, después de ver el cuarto capítulo, acabé de dar forma.
Todo partió de las preguntas: ¿Qué hace que esta serie sea tan extraña, tan original, tan adictiva?
¿Por qué cuando termina un capítulo queremos seguir viendo el siguiente y después otro y, si hay tiempo, otro más?
Arriesgo esta respuesta: porque Six Feet Under es una serie basada en ideas budistas.
Sí, así de simple: Six Feet Under es una serie budista; y me explico: la gente desconoce todo, o casi todo, sobre el budismo. Pero cuando las personas se acercan a esta filosofía (por favor, no la llamen religión, eso lo hacen -precisamente- quienes no saben nada del tema) se asombran de la sencillez y de la fuerza de esas ideas y, aunque no las pongan en práctica, aceptan de buen grado y, muchas veces con una sonrisa, sus ideas principales.
¿Y qué es lo que hace que Six Feet Under SEA una serie budista? Pues, por ejemplo, el hecho de que los personajes jamás juzgan al otro (hagan lo que hicieren, sean quienes fueren); el hecho de que los problemas solo se solucionan cuando se los enfrenta (y aclaro para aquellos que son adictos a Stallone, Schwarzenneger y compañía: empezar a las trompadas y reventar a tiros a medio mundo NO es la solución a los problemas, aunque estos seres así lo propongan.); al hecho de tomar a la muerte como algo natural, como una faceta más de la vida y que también de ella hay mucho que aprender. Pero hay algo más que me es imposible transcribir aquí: es la impecable puesta en escena de todas estas ideas, el hecho de que el autor no necesita jamás ser discursivo para enseñarnos lo que piensa. Simplemente él pone las cosas ahí, si las ves y quieres tomarlas pues, adelante; si no las ves o no te importa, tú te lo pierdes; la responsabilidad es tuya. Y eso también es budista.

Tuesday, September 14, 2004

Un año con Schopenhauer

Irvin D. Yalom es psiquiatra. En este libro (como en el anterior, El día que Nietszche lloró, que aún no he leído pero al que conozco) usa sus conocimientos psiquiátricos para analizar diferentes ideas y personas, con desigual resultado.
Para empezar: ¿Es necesario que todas las personas deban hacer terapia? Es bien sabido que el genio, esa cualidad humana tan extraña
y poco usual, conlleva una gran carga de sufrimiento; y la pregunta, ahora, sería: ¿Sería igual ese genio sin ese sufrimiento?
La pregunta ya ha sido formulada anteriormente y aún no ha sido respondida satisfactoriamente ¿Hasta qué punto no se transformaría en un ser anodino un genio al que se le "extirpara" ese sufrimiento?
esta pregunta no solo tiene un carácter práctico, cuantitativo. También plantea importantes temas éticos acerca del sufrimiento, de la libertad y de la conciencia humana.
Irvin D. Yalom toma partido, obivamente, por el tratamiento, por la cura. Aunque este punto está expuesto a lo largo de todo el libro, lo está de un modo leve (esta es una cuestión que voy a tratar más adelante: todo en la novela es leve)y solo se acrecienta hacia el final, com el "quiebre" de Philip/Schopenhauer. También, casi al final, en el capítulo 33 Yalom lo dice de manera explícita:

"De estar vivo hoy Arthur Schopenhauer, ¿correspondería hacerle un tratamiento psicoterapéutico? Seguramente. Buena parte de sus características así lo indican."

Las preguntas anteriores renacen, ahora, con una nueva fuerza. Y las dudas permanecen.

Lógicamente, no estoy en condiciones de dar una respuesta ni es el motivo de estas páginas el hacerlo; solo dejo planteado el interrogante que Irvin D. Yalom intentó cerrar y que, modestamente, creo que no pudo.
El punto que dejé abierto antes es el que quiero tratar ahora: la técnica de la novela.
Como ya dije antes, todo en la novela es leve: los dramas personales, las situaciones, el entorno. También lo es el ambiente (excepto por un par de capítulos al principio, el resto acurre en la sala donde se lleva a cabo la terapia grupal. los capítulos referentes a Schopenhauer son nada más que un pantallazo biográfico solo apto para que el lector reconozca los rasgos necesarios que unen a Philip/Schopenhauer)
Stephen King, en "Mientras Escribo", da una serie de consejos sobre cómo escribir ciertas situaciones, sobre cómo manejar los diálogos, etc. En éste último punto Yalom parece haber seguido los consejos de King al pie de la letra:
-... -Dijo X-.
-... -Acotó B-.
-... -Dijo H-.
Z interrumpió:
-...-
-... -Continuó S-.
Y así hasta el hartazgo.
Un último punto: "Un año con Schopenhauer" y "El día que Nietszche lloró" son dos títulos bastante malos, sobre todo el segundo; pero supongo que la inclusión del nombre de ambos filósofos en ellos se debee, más que nada, a una mera cuestión propagandística. ¿Qué vendrá después? ¿El mes que Platón durmió en la Termópilas?
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